miércoles, 18 de noviembre de 2009

"RELATOS"



CUATRO DIAS DE SECUESTRO EN SICUANI.

Nunca pensé que un corto viaje de Tacna al Cusco demoraría más de 5 días. Tenía mucho trabajo esperándome en la ESABAC y volvía al Cusco, casi con desesperación para retomar mis actividades. Pero aquella madrugada del miércoles 22 de octubre me vi confrontada con mis principios políticos: entre la lucha campesina y mi necesidad de volver al Cusco, sin tener un centavo en la cartera.

Era aproximadamente tres de la mañana, hacia mucho frío, y el carro que nos trasladaba al Cusco no arrancaba, por un momento las chicas de la Selección de Básquet de la UNSAAC pensamos que era alguna falla mecánica, sin embargo al poco tiempo despertamos de un solo golpe cuando nos dimos cuenta que en esos precisos momentos, estábamos en medio de un paro indefinido en la comunidad de Chectuyoq (Marangani- Canchis).

Al amanecer de ese miércoles vi más de 150 carros que se quedaron plantados en la carretera, sin poder avanzar o retroceder. Decían que había paso por Espinar y al parecer era la única forma de llegar al Cusco, pero se corrían muchos riesgos porque la carretera era muy estrecha. Decidimos caminar a pie de Chectuyoq a Sicuani, cargando nuestras pesadas maletas.

A un principio los pasajeros creíamos que la manifestación social finalizaría al día siguiente; así que decidimos quedarnos a dormir en el Bus, pues nuestros bienes corrían peligro de ser robados. Según los comentarios de las personas, mis muy apreciados y revolucionarios hermanos campesinos nos saquearían esa noche.

¡Mañana llegamos a Cusco!, gritaban unos. ¡Estos cholos son guerreros! no creo que se dejen vencer, decían otros. ¡Indios ignorantes!, no saben que la minería traerá progreso a sus comunidades, comentaban algunos aprendices neoliberales. ¡La culpa la tiene el APRA!, gritaban otros. La conversación de esa noche, nos tenía cotorreando a todos. Queríamos saber ¿Por qué los campesinos se oponían a la construcción de la hidroeléctrica Sallca Pucará?

Al día siguiente jueves 24 de octubre, las personas ya empezaban a desesperarse, no quedó otra solución que hacer transbordo, cogimos nuestras maletas y empezamos la caminata hacia Sicuani. En el transcurso pudimos observar a los combativos campesinos y campesinas, armados de waracas, piedras en las manos y con un expresivo rostro de rabia.

De pronto una turba de medio centenar de campesinos nos rodeó gritando con visibles síntomas de ebriedad, pero después al ver nuestros buzos blanquirojos de la selección nos aplaudieron pensando que éramos de la Selección Nacional de Voley, (ya nadie quiso decir nada). Alguna vez me fue útil ser deportista.

Trascurrida una hora, llegamos a Sicuani, todo estaba paralizado, no encontramos un restaurante abierto, ni tiendas; las manifestaciones eran pacificas pero ruidosas a lo largo de las avenidas: Dos de mayo, Av. Tacna, 28 de julio, Grau y Arequipa. De un momento a otro se empezaron a oír disparos, que nos desconcertaron.

El resultado de este tiroteo según los comentarios de los pobladores fue de 3 campesinos muertos, 3 personas gravemente heridas y 4 desaparecidos, cosas estas que nunca pudimos comprobar pese a los muchos comentarios y a mis indagaciones de “aprendiz de periodista”, como dice mi padre.

Escuché, que la construcción de la Hidroeléctrica Sallca Pucará tiene como objetivo principal brindar energía a las diferentes empresas que extraen recursos minerales en la zona de Canchis, dejando de lado a los campesinos que necesitan del agua para poder sobrevivir.

Sin embargo, mi reclamo principal era que nos dejen pasar al Cusco. Estábamos ya cuatro días paralizadas en Sicuani, sin dinero, con muy poca comida y un pésimo alojamiento que también fue apedreado por la turba. Sólo después averiguamos que el hotel en el que estábamos era de propiedad de un policía o algo parecido.

Durante esos cuatro días escuché balazos, respire gases lacrimógenos, vi miles de piedras rompiendo inocentes vidrios, pero lo que es importante, vi a un pueblo asqueado de sus autoridades e incluso de sus representantes gremiales.

Felizmente, el domingo cuando todo el mundo dormía, me percate que varios carros pasaban raudos y solo así conseguimos meternos a uno que nos trajo de retorno al Cusco.

Sicuani, es la expresión de un DESBORDE SOCIAL de características incontrolables. Esta vez hará falta más de un bombero o quizás el bombero mayor de Palacio de Gobierno para solucionar este problema que ya prosigue por décimo día consecutivo.

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