CUSQUEÑA
SE PREPARA PARA MARCHAR A WASHINGTON- EE.UU
AQUELLO
QUE COMENZO COMO UN JUEGO ES HOY LA PASIÓN DE UNA DISEÑADORA
![](http://1.bp.blogspot.com/-lBzAMoCNYAs/UnquO4FNWxI/AAAAAAAAAE4/2i6Mg1h7y8E/s320/gret+1.jpg)
Ella junto a Varignia Garcia, reconocidas diseñadoras cusqueñas participarán del “PERU FASHION NIGHT IN WASHINGTON”, el próximo 20 de noviembre, y que reúne a los mejores
talentos del mundo.
Grethel expondrá sus obras de arte
textil, con aplicaciones metálicas, formas y colores vinculados a la
iconografía Q´eros. Propone de manera urgente en Cusco, crear un Centro de
Investigación, debido a la cantidad de técnicas ancestrales que están en
peligro de desaparecer irremediablemente. Está convencida de que el Cusco tiene
la capacidad de ofrecer una nueva visión de calidad al mundo, pues “Aquí somos
capaces”, dice con una voz solvente.
Hasta el momento, ha participado en una
veintena de eventos en muchos de los cuales ha tenido una intervención
brillante y ha ganado algunas distinciones importantes: FESTICAN, CUSCO ALWAYS
IN FASHION, PERU MODA, entre otros.
Pero esta historia, la de Grethel, no
es frágil y tampoco fue un meteórico triunfo de la noche a la mañana; ha sido
el resultado del sacrificio y el sudor de cuatro generaciones, la acumulación
de experiencias que le vienen desde el bisabuelo Fabián Palomino, pasando por
sus abuelos, padres, hasta llegar a ella.
En su trabajo se puede apreciar el
sincretismo de lo tradicional y lo moderno; es la combinación armónica de la
tradición campesina-provinciana con los conceptos de la moda urbana de
expresiones audaces.
¿GRETHEL CUÉNTANOS DE TU FAMILIA?
Yo soy cusqueña de nacimiento, tengo
la fortuna de pertenecer a una familia de artistas, mi bisabuelo fue el señor
Fabián Palomino, escultor y pintor. En su tiempo fue una persona importante por
cuanto ha elaborado la mayoría de las imágenes religiosas de los templos del
Cusco, donde hoy la gente se santigua reverente ante sus obras.
Luego, tengo a mi mamá Carmela, que es
arquitecta de profesión, pero está inclinada a la moda. Fundaron con mi padre
la empresa “Cariluis”, dedicada a la confección de prendas de alpaca. Lo que
comenzó como un hobbie, fabricando una prenda a partir de un tapiz ayacuchano,
evolucionó y un día dijeron “a ver voy a sacar una casaca de bayeta”. Mi
abuelita la puso en la tienda y se vendió en menos de una semana.
¡Ah!, allí se dieron cuenta que si
tenía acogida y en ese momento empezó una línea de producción que persiste
hasta hoy. Claro que con el tiempo ha mejorado la calidad en cuanto a material,
de la sencilla bayeta pasó a la regia alpaca.
Ahora esta vocación familiar sin
pensarlo nos ha conducido a tener nuestro propio taller de trabajo, como las
grandes empresas, utilizando la alpaca, con tejido de telar y dominando todo el
proceso. Prácticamente somos los únicos que tenemos un taller bien equipado,
constituido y legalizado.
¿QUÉ PARTE ES LA QUE TE CORRESPONDE EN
ESTE PROCESO MULTIGENERACIONAL?
Bueno, yo tengo una influencia de todo
un poco, básicamente a partir de mi madre. De niña mi salón de juegos fue su
taller, allí he crecido, cogiendo sus retazos de tela, dándoles forma para mis
muñecas. Nunca pensé que esa afición seria hoy la razón de mi vida. En
realidad, yo también soy arquitecta de
profesión, pero siempre tuve inclinación por la moda, la pintura, las
manualidades; algo de los abuelos estaba en mis venas y se resistía a desaparecer.
¿EN QUÉ MOMENTO DEJASTE EL JUEGO PARA
DESCUBRIR SERIAMENTE TU VOCACIÓN?
Cuando tenía 15 años, mi madre me
ayudo a plasmar mi primer vestido, me ayudaba con sus críticas, producto de su
experiencia. Ella es una especialista en
el telar, ha creado hasta cartillas para la lectura del telar.
Entonces un poco como jugando, al
terminar mi carrera de arquitecta, no quería ejercer, pero me gustaba el lado
artístico de mi profesión eso es lo que
rescaté de mis cinco años en la universidad; la forma, la figura, el color, las
características, el equilibrio, la proporción, todo eso influye al momento de
diseñar.
Mi mamá me ha inculcado, enseñado con
paciencia a coser un botón, y gracias a ella puedo hacer varias técnicas de
tejido como crochet, frivolité, bolillo, palitos, etc. Sin eso nunca podría
haber llegado a donde estoy, uno tiene que saber hacer con las manos, para
luego enseñar, diseñar, imaginar y ver en abstracto.
¿QUÉ OTROS NIVELES DE CAPACITACIÓN EN
MODA TUVISTE?
Esa es una característica mía, desde
mi primer trabajo siempre busque superar, cambiar, no copiar, no repetir,
buscar algo nuevo. Más tarde, tuve la ocasión de capacitarme en varios lugares,
recuerdo al Instituto Mod´Art en Lima. Lo que aprendí en casa me sirvió mucho.
Posteriormente tome algo así como un curso con una señora que hacia trabajos
con Hilos Tren, la recuerdo, me ayudó, y hoy todas esas porciones de enseñanza,
incluso las más pequeñas me sirven.
¿CÓMO LA RECUERDAS A TU ABUELA?
Por ejemplo para hacer los cuerpos de
sus muñecos, utilizaba una prensa, molde con cartón, cola y fuego debajo. Tenía que subirme y bajar de
la prensa para hacer presión y ayudar a mi abuela. También preparaba bastante
pasta y junto con mi hermano nos ensuciábamos, nos tirábamos bolitas a la cara.
Me gustaba jugar mucho a las muñecas y sobre todo con mi muñeca Kukuli que fue
un obsequio de mamá Maxi.
¿SABES HILAR? ¿TIENES UNA PREFERENCIA
POR LA ALPACA?
En realidad nunca he trabajado con
“pushka”, pero si con tintes naturales, viejas técnicas, utilizando plantas
nativas, experimentándolas, como hacia mi abuela. Me gusta la fibra de alpaca
porque es un material de nuestra zona. Además que la alpaca tiene un valor
mucho más sentimental para nosotros, es cultural y tiene gran calidad, por su
suavidad, por sus cualidades físicas.
¿CÓMO SON LOS PRIMEROS PASOS DE
“CARILUIS”, CUÁNDO LA CREARON TUS PADRES?
Ellos vieron la necesidad de
confeccionar más prendas, y pusieron un aviso en el mercado de Wanchaq, con el
pasar de los días, vinieron varias personas que se dedicaban a la sastrería.
Los visitantes, pensaron que era fácil, pero la alpaca tiene un proceso
complicado de manipular, hay que tener mucho cuidado. Se necesita mucha
paciencia, de diez personas solo quedaba una o dos.
Entonces, así empezó poco a poco,
desataban y volvían a coser las prendas. Recuerdo que mi papá, no tenía un
lugar donde habilitar el taller, teníamos
una máquina doméstica y dos colaboradores; hicieron un gran esfuerzo por
comprar una maquina industrial.
Vivíamos en la calle Triunfo,
improvisamos un taller, ¡era terrible!, era menos que una barraca con pedazos
de puertas y hasta el piso se arqueaba cuando caminábamos. Había mucha humedad
y allí mismo era nuestra vivienda.
¿Y EN QUÉ MOMENTO DEJASTE EL JUEGO
PARA ASUMIR LA EMPRESA?
Mira, hace unos cinco años, mi padre
siempre me repetía que “los papás no son eternos”, y un día me dijo claramente
que teníamos que asumir y continuar con esta tarea. Entré a los 30 años.
Comenzamos a producir, casi una colección entera que mi mamá ponía en venta.
Doña Carmela me decía como trazar, y así empezó. Poco a poco me involucraba
más.
Como en toda familia, todos hacíamos
todo, aprendí a como calibrar la máquina para hacer tejidos, a escoger los
colores en determinada temporada y ver que máquinas podíamos adquirir.
Mi mamá fue la era del telar de
alpaca, siempre moderada. Con mi influencia arquitectónica los estilos han sido
más audaces, más atrevidos, tenían un toque más fresco, más juvenil, empezando
por los colores, los accesorios, ya no eran tan clásicos. Las carteras ya eran
más locas, (jajaja) es un reto permanente a la imaginación.
Comencé por accesorios, empleando
incluso otros materiales, con tejido a crochet, cuero, y todo eso. Pero mi
esencia es el diseño, yo quiero que un día mis diseños puedan lucirse primero
en Cusco y luego en el mundo, sin dejar el nombre de la empresa CARILUIS que
crearon mis padres, porque de ellos vengo. También quisiera consolidarme en
Paris, ¡sería genial!
Hemos trabajado con la Comunidad de
Hercca (Canchis), hemos desarrollado el telar, esa fue una gran experiencia.
Más tarde aprendimos de los Q´eros de Paucartambo, sus formas, su iconografía,
sus pallaes.
En realidad somos la expresión de
todos esos componentes andinos, engarzados en el siglo XXI.
Escribe: Adriana Carrión Gonzales.
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