miércoles, 6 de noviembre de 2013

CUATRO GENERACIONES DE CREADORES CONVERGEN EN GRETHEL GONZALES

CUSQUEÑA SE PREPARA PARA MARCHAR A WASHINGTON- EE.UU
AQUELLO QUE COMENZO COMO UN JUEGO ES HOY LA PASIÓN DE UNA DISEÑADORA
Grethel Gonzales Sierra, es una joven arquitecta y empresaria diseñadora de origen cusqueño que ha logrado hacer realidad sus sueños; combinar la cultura andina, entretejida con fibra de alpaca, con algunos jaspes de la moda actual y todo ello depositado sobre un magnifico refinamiento arquitectónico.
Ella junto a Varignia Garcia, reconocidas diseñadoras cusqueñas participarán del “PERU FASHION NIGHT IN WASHINGTON”, el próximo 20 de noviembre, y que reúne a los mejores talentos del mundo.
Grethel expondrá sus obras de arte textil, con aplicaciones metálicas, formas y colores vinculados a la iconografía Q´eros. Propone de manera urgente en Cusco, crear un Centro de Investigación, debido a la cantidad de técnicas ancestrales que están en peligro de desaparecer irremediablemente. Está convencida de que el Cusco tiene la capacidad de ofrecer una nueva visión de calidad al mundo, pues “Aquí somos capaces”, dice con una voz solvente.

Hasta el momento, ha participado en una veintena de eventos en muchos de los cuales ha tenido una intervención brillante y ha ganado algunas distinciones importantes: FESTICAN, CUSCO ALWAYS IN FASHION, PERU MODA, entre otros.
Pero esta historia, la de Grethel, no es frágil y tampoco fue un meteórico triunfo de la noche a la mañana; ha sido el resultado del sacrificio y el sudor de cuatro generaciones, la acumulación de experiencias que le vienen desde el bisabuelo Fabián Palomino, pasando por sus abuelos, padres, hasta llegar a ella.
En su trabajo se puede apreciar el sincretismo de lo tradicional y lo moderno; es la combinación armónica de la tradición campesina-provinciana con los conceptos de la moda urbana de expresiones audaces.
¿GRETHEL CUÉNTANOS DE TU FAMILIA?
Yo soy cusqueña de nacimiento, tengo la fortuna de pertenecer a una familia de artistas, mi bisabuelo fue el señor Fabián Palomino, escultor y pintor. En su tiempo fue una persona importante por cuanto ha elaborado la mayoría de las imágenes religiosas de los templos del Cusco, donde hoy la gente se santigua reverente ante sus obras.
 Mi bisabuelo es el autor del retablo del templo de La Merced, además de eso ha decorado el templo de San Francisco, pero la obra que desde la fe católica lo  ha consagrado ha sido su intervención en la imagen del Señor de Qoylloriti, que de por si lo dice todo. De ahí vengo…Luego, mi abuela Maximiliana Palomino, ganadora de muchos reconocimientos. Ella se dedicó específicamente a la imaginería antropológica; es decir con fundamentos históricos y folclóricos.

 Mamá Maxi, fue autora de las muñecas “documentadas”, muñecas que hablaban por si solas, porque tienen un “DNI cultural” en sus trajes, que nos hablan de la sencillez de sus formas, nos dicen su antigüedad, su lugar, su naturaleza, su estado civil, y hasta la fiesta en la que están participando.

 Mi abuela visitaba muchas comunidades indígenas para investigar, hasta conocer a profundidad el traje típico que caracterizaba a cada zona. Se ha preocupado en plasmar el traje típico y en ocasiones también hacia retablos cusqueños como recordando a su padre.

Luego, tengo a mi mamá Carmela, que es arquitecta de profesión, pero está inclinada a la moda. Fundaron con mi padre la empresa “Cariluis”, dedicada a la confección de prendas de alpaca. Lo que comenzó como un hobbie, fabricando una prenda a partir de un tapiz ayacuchano, evolucionó y un día dijeron “a ver voy a sacar una casaca de bayeta”. Mi abuelita la puso en la tienda y se vendió en menos de una semana.

¡Ah!, allí se dieron cuenta que si tenía acogida y en ese momento empezó una línea de producción que persiste hasta hoy. Claro que con el tiempo ha mejorado la calidad en cuanto a material, de la sencilla bayeta pasó a la regia alpaca.
Ahora esta vocación familiar sin pensarlo nos ha conducido a tener nuestro propio taller de trabajo, como las grandes empresas, utilizando la alpaca, con tejido de telar y dominando todo el proceso. Prácticamente somos los únicos que tenemos un taller bien equipado, constituido y legalizado.
¿QUÉ PARTE ES LA QUE TE CORRESPONDE EN ESTE PROCESO MULTIGENERACIONAL?
Bueno, yo tengo una influencia de todo un poco, básicamente a partir de mi madre. De niña mi salón de juegos fue su taller, allí he crecido, cogiendo sus retazos de tela, dándoles forma para mis muñecas. Nunca pensé que esa afición seria hoy la razón de mi vida. En realidad, yo también soy arquitecta de  profesión, pero siempre tuve inclinación por la moda, la pintura, las manualidades; algo de los abuelos estaba en mis venas y se resistía a desaparecer.
¿EN QUÉ MOMENTO DEJASTE EL JUEGO PARA DESCUBRIR SERIAMENTE TU VOCACIÓN?
Cuando tenía 15 años, mi madre me ayudo a plasmar mi primer vestido, me ayudaba con sus críticas, producto de su experiencia.  Ella es una especialista en el telar, ha creado hasta cartillas para la lectura del telar.
Entonces un poco como jugando, al terminar mi carrera de arquitecta, no quería ejercer, pero me gustaba el lado artístico de mi profesión  eso es lo que rescaté de mis cinco años en la universidad; la forma, la figura, el color, las características, el equilibrio, la proporción, todo eso influye al momento de diseñar.
Mi mamá me ha inculcado, enseñado con paciencia a coser un botón, y gracias a ella puedo hacer varias técnicas de tejido como crochet, frivolité, bolillo, palitos, etc. Sin eso nunca podría haber llegado a donde estoy, uno tiene que saber hacer con las manos, para luego enseñar, diseñar, imaginar y ver en abstracto.
¿QUÉ OTROS NIVELES DE CAPACITACIÓN EN MODA TUVISTE?
Esa es una característica mía, desde mi primer trabajo siempre busque superar, cambiar, no copiar, no repetir, buscar algo nuevo. Más tarde, tuve la ocasión de capacitarme en varios lugares, recuerdo al Instituto Mod´Art en Lima. Lo que aprendí en casa me sirvió mucho. Posteriormente tome algo así como un curso con una señora que hacia trabajos con Hilos Tren, la recuerdo, me ayudó, y hoy todas esas porciones de enseñanza, incluso las más pequeñas me sirven.
¿CÓMO LA RECUERDAS A TU ABUELA?
Por ejemplo para hacer los cuerpos de sus muñecos, utilizaba una prensa, molde con cartón, cola  y fuego debajo. Tenía que subirme y bajar de la prensa para hacer presión y ayudar a mi abuela. También preparaba bastante pasta y junto con mi hermano nos ensuciábamos, nos tirábamos bolitas a la cara. Me gustaba jugar mucho a las muñecas y sobre todo con mi muñeca Kukuli que fue un obsequio de mamá Maxi.
¿SABES HILAR? ¿TIENES UNA PREFERENCIA POR LA ALPACA?
 En realidad nunca he trabajado con “pushka”, pero si con tintes naturales, viejas técnicas, utilizando plantas nativas, experimentándolas, como hacia mi abuela. Me gusta la fibra de alpaca porque es un material de nuestra zona. Además que la alpaca tiene un valor mucho más sentimental para nosotros, es cultural y tiene gran calidad, por su suavidad, por sus cualidades físicas.
¿CÓMO SON LOS PRIMEROS PASOS DE “CARILUIS”, CUÁNDO LA CREARON TUS PADRES?
Ellos vieron la necesidad de confeccionar más prendas, y pusieron un aviso en el mercado de Wanchaq, con el pasar de los días, vinieron varias personas que se dedicaban a la sastrería. Los visitantes, pensaron que era fácil, pero la alpaca tiene un proceso complicado de manipular, hay que tener mucho cuidado. Se necesita mucha paciencia, de diez personas solo quedaba una o dos.
Entonces, así empezó poco a poco, desataban y volvían a coser las prendas. Recuerdo que mi papá, no tenía un lugar donde habilitar el taller, teníamos  una máquina doméstica y dos colaboradores; hicieron un gran esfuerzo por comprar una maquina industrial.
Vivíamos en la calle Triunfo, improvisamos un taller, ¡era terrible!, era menos que una barraca con pedazos de puertas y hasta el piso se arqueaba cuando caminábamos. Había mucha humedad y allí mismo era nuestra vivienda.
¿Y EN QUÉ MOMENTO DEJASTE EL JUEGO PARA ASUMIR LA EMPRESA?

Mira, hace unos cinco años, mi padre siempre me repetía que “los papás no son eternos”, y un día me dijo claramente que teníamos que asumir y continuar con esta tarea. Entré a los 30 años. Comenzamos a producir, casi una colección entera que mi mamá ponía en venta. Doña Carmela me decía como trazar, y así empezó. Poco a poco me involucraba más.

Como en toda familia, todos hacíamos todo, aprendí a como calibrar la máquina para hacer tejidos, a escoger los colores en determinada temporada y ver que máquinas podíamos adquirir.

 ¿CON TODO TU “BAGAGES” DE ARQUITECTA QUÉ PROPONES A MANERA DE REVOLUCIÓN?
Mi mamá fue la era del telar de alpaca, siempre moderada. Con mi influencia arquitectónica los estilos han sido más audaces, más atrevidos, tenían un toque más fresco, más juvenil, empezando por los colores, los accesorios, ya no eran tan clásicos. Las carteras ya eran más locas, (jajaja) es un reto permanente a la imaginación.
Comencé por accesorios, empleando incluso otros materiales, con tejido a crochet, cuero, y todo eso. Pero mi esencia es el diseño, yo quiero que un día mis diseños puedan lucirse primero en Cusco y luego en el mundo, sin dejar el nombre de la empresa CARILUIS que crearon mis padres, porque de ellos vengo. También quisiera consolidarme en Paris, ¡sería genial!
 ¿HAS TRABAJADO CON LAS COMUNIDADES INDIGENAS?
Hemos trabajado con la Comunidad de Hercca (Canchis), hemos desarrollado el telar, esa fue una gran experiencia. Más tarde aprendimos de los Q´eros de Paucartambo, sus formas, su iconografía, sus pallaes.
En realidad somos la expresión de todos esos componentes andinos, engarzados en el siglo XXI.

Escribe: Adriana Carrión Gonzales.

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